El sentido de las cosas

-Parece que no entiendes o NO quieres –enfatizó- entender lo que te estoy explicando...-Sus palabras murieron, desvaneciéndose como se desvanece un aullido.
Seguí con la mirada al hombre de aspecto austero y amedrentador. Mientras, yo me refugiaba hundiéndome en el sillón, mullido, cálido, reconfortante...
Mauritius alargó una mano delicada, tan delicada como la de una mujer. Aquella apariencia huesuda y frágil escondía una fuerza inhumana que machacaría cualquier cráneo de un solo apretón.
Se acomodó las gafas cuando resbalaron por su nariz, y ojeó el libro que había tomado de la estantería. En unos breves instantes encontró lo que buscaba y alzó el índice, señal de que pusiera toda mi atención, mientras él levantaba las cejas a medida que dictaba con la lentitud con la que se lee a un niño.
Yo me removí impaciente.
-“Sustancia espiritual e inmortal sede de la conciencia humana. Junto con el cuerpo constituye la esencia”.
-Has tratado de renovar tus diccionarios?
-No te burles Miguel –Me amenazó y previno a su vez, acercándose con dos rápidas zancadas. Cuando quise darme cuenta ya lo tenia encima- no te burles...-Cerró el grueso tomo apretando los dedos alrededor. Arrugué la nariz cuando una nube de polvo me golpeó el rostro. Trate de resistir mi impulso de apartar a Mauritius de un golpe.
-Bueno, vale, que tiene que ver todo esto conmigo?
Mauritius se inclinó sobre mi, como una sombría figura que llenaba mis pesadillas y mi vida con su oculta y terrible oscuridad.
-Todo –sentenció cortante. Su cara no era mas que una mascara imperturbable-. Podría decirte mil cosas más sobre las almas. Algunos las consideran esencia, otros almacén de conciencia, otros la residencia de la propia vida, otros nada....Unos te dirían que son incoloras, otros que son azules, otros que pesan 21 gramos...Yo tan solo voy a explicarte algo –esperé expectante- no importa nada de todo eso. Nosotros anhelamos almas. No importa la cuestión. Tomaremos tantas como nos sean posibles.